«Renovemos nuestra esperanza y nuestra confianza en los demás, incluso en quienes son diferentes a nosotros… Porque todos somos hijos de Dios».
Con estas palabras, leídas en su nombre durante el mensaje de Pascua desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco dejó su último legado de fe, reconciliación y esperanza. Menos de 24 horas después, el Vaticano anunciaba su fallecimiento en Roma, a los 88 años, víctima de un ictus cerebral y un colapso cardiovascular irreversible.
Jorge Mario Bergoglio, el humilde jesuita argentino que rompió moldes al convertirse en el primer Papa latinoamericano en marzo de 2013, cierra una etapa marcada por su cercanía con los más necesitados, su firme defensa de los derechos humanos y su incansable llamado a una Iglesia más abierta e inclusiva. Durante más de una década, Francisco desafió tradiciones y sacudió estructuras, siempre guiado por un profundo amor cristiano.
A pesar de una salud cada vez más frágil, Francisco mantuvo su espíritu firme hasta el final. Su último servicio como líder de la Iglesia, durante el Domingo de Resurrección, fue testimonio de su entrega incondicional: en silla de ruedas, bendijo a los fieles y compartió un mensaje de paz y justicia, sin dejar de alzar la voz por los marginados del mundo.
El Vaticano anunció que el Papa será velado sin los ornamentos tradicionales. Como fue su estilo, Francisco pidió un ataúd de madera sencillo y ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, lejos de la pompa de sus antecesores. Las campanas de la Basílica de San Pedro anunciaron su partida mientras miles de personas de todo el mundo comenzaron a congregarse en la plaza para despedirlo.
Figuras internacionales como Emmanuel Macron, Claudia Sheinbaum, Pedro Sánchez y el Rey Carlos III enviaron mensajes de condolencias, destacando el carácter humilde, humanista y profundamente transformador del pontífice argentino. Desde todos los rincones del planeta, creyentes y no creyentes coinciden en algo: el Papa Francisco deja una huella imborrable.
Francisco no solo fue el Papa de los pobres, fue también el Papa del puente entre culturas, del diálogo con los no escuchados y del amor sin fronteras. Su despedida en plena Pascua parece una metáfora providencial: un pastor que se marcha en el momento más sagrado del calendario cristiano, recordándonos que la fe no muere, sino que se renueva en la esperanza.
Hoy, la Iglesia católica despide a su líder. El mundo, a uno de sus mayores referentes de compasión.
Que descanse en paz, Papa Francisco.