El caso de Luigi Mangione, acusado del asesinato del CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson, ha dado lugar a una polémica que trasciende los hechos del crimen, en gran parte debido a la imagen física del acusado. Desde su arresto, la cobertura mediática ha sido marcada por la difusión de sus fotografías, donde su atractivo físico y porte elegante han generado una reacción inesperada entre algunos sectores de la sociedad. Este fenómeno, conocido como «efecto halo», ha llevado a que la apariencia de Mangione influya desproporcionadamente en la percepción pública de su culpabilidad, apartando la atención de las pruebas y los detalles legales del caso.
En redes sociales, han circulado comentarios como «es demasiado guapo para ser culpable», junto con hashtags como #FreeMangione, que sugieren que su atractivo contradice la imagen estereotipada de un criminal violento. Este tipo de reacciones recuerda al fenómeno observado en los años 90 con los hermanos Menéndez, quienes, a pesar de ser condenados por parricidio, recibieron un apoyo significativo debido a su imagen juvenil y carismática, lo que provocó que algunos sectores se sintieran empáticos hacia ellos.
El caso de Mangione no es un incidente aislado. Refleja un fenómeno más amplio relacionado con la forma en que los medios de comunicación y las redes sociales amplifican ciertas percepciones, especialmente cuando están ligadas a la imagen de los individuos involucrados. La simpatía generada por su apariencia física está restando importancia a los hechos reales y a las pruebas del crimen. Esta influencia de la imagen física sobre la justicia, por lo tanto, plantea interrogantes sobre cómo la apariencia puede alterar el juicio social, incluso en situaciones de gran gravedad.