En 1977, el mundo se rindió ante el fenómeno cinematográfico Star Wars: Episodio IV – Una nueva esperanza, pero pocos sabían que entre las imponentes selvas del Petén, en Guatemala, se encontraba uno de los escenarios clave de esta legendaria saga. Hoy te contamos cómo nuestro país dejó su huella en una de las franquicias más icónicas del cine.
Cuando George Lucas encontró a Yavin IV en Guatemala
En plena producción del primer episodio de Star Wars, George Lucas buscaba un paisaje que representara a Yavin IV, la base rebelde de la Alianza. Fue en una agencia de viajes en Londres donde Lucas vio un afiche de Tikal y quedó cautivado. Sin dudarlo, incluyó Guatemala en sus locaciones de filmación.
Así, en marzo de 1977, un pequeño equipo aterrizó en Petén para grabar las escenas exteriores. El Templo IV de Tikal, el más alto del sitio arqueológico, fue elegido como punto principal de rodaje. Con poleas improvisadas, cámaras y equipos técnicos fueron elevados a lo alto del templo para capturar la majestuosidad de las ruinas mayas entre la selva. Incluso se contrató a un guardia local para vigilar los equipos durante la noche.
El resultado de estas grabaciones fue breve pero memorable: las escenas muestran el exterior de Yavin IV, donde un miembro de la resistencia observa el aterrizaje del Halcón Milenario. Al integrarse con efectos especiales en los estudios, lograron un entorno que maravilló a los guatemaltecos en el estreno, quienes rápidamente reconocieron a Tikal en la pantalla grande.
El legado galáctico en Guatemala
El impacto de Star Wars en Guatemala no terminó con el rodaje. El éxito de la película encendió la pasión de los fans locales, y hasta hoy existen clubes, eventos temáticos y comunidades que celebran la saga. Guatemala volvió a tener protagonismo en producciones como The Force Awakens (2015) y Rogue One (2016), donde Tikal reapareció como Yavin IV, esta vez gracias a la magia del CGI y las pantallas verdes.
Un pedazo de galaxia muy, muy lejana en el corazón del Petén
La historia de Star Wars en Guatemala es un recordatorio de cómo nuestra tierra puede trascender fronteras y convertirse en símbolo universal. Cada piedra de Tikal guarda no solo siglos de historia maya, sino también un momento inmortal del cine que sigue inspirando a generaciones. Así que, si alguna vez visitas Petén, recuerda que ahí, entre la selva y las pirámides, late un pedazo de galaxia muy, muy lejana.