La historia monetaria de Guatemala es un viaje fascinante que refleja la riqueza cultural y los cambios económicos que el país ha experimentado a lo largo de los siglos. Desde el trueque en tiempos precolombinos hasta la creación del icónico «Quetzal», las monedas han sido testigos de la transformación de una nación en busca de consolidar su identidad financiera.
En tiempos de los mayas, el comercio se basaba en el trueque, donde los bienes más preciados, como el cacao, fungían como una especie de moneda. Con la llegada de los colonizadores españoles, el trueque dio paso a las monedas metálicas, y en 1543, Guatemala vio la acuñación de sus primeras monedas, producidas por la Casa de Fundición de Metales. Esto marcó el inicio de una nueva era económica, simbolizando el poder del imperio español.
En 1821, tras la independencia, el país adquirió la capacidad de acuñar sus propias monedas. Durante el gobierno de Rafael Carrera en 1847, se permitió la circulación de monedas extranjeras, lo que ayudó a estabilizar la economía en tiempos de comercio internacional. En este contexto, surgieron las fichas de finca, utilizadas en las plantaciones de café para pagar a los trabajadores, reflejando la evolución monetaria de la nación.
En 1922, el presidente José María Orellana estableció el Quetzal como la moneda oficial, consolidando así la identidad nacional. La creación de la moneda de 25 centavos llegó en 1947, cuando el Banco de Guatemala buscaba reflejar los símbolos e identidades nacionales. Sin embargo, el diseño inicial no capturó del todo la esencia cultural del país.
Fue en 1959 cuando la historia dio un giro significativo. El presidente Miguel Idígoras Fuentes nombró una comisión para buscar una imagen que representara a la mujer indígena en la nueva moneda. En las sesiones del 2 de septiembre y el 9 de octubre, la Junta revisó fotografías de jóvenes mujeres indígenas de Santiago Atitlán, tomadas por el fotógrafo Julio Zadik. Se acordó que el gerente del Banco de Guatemala, junto con el dibujante Ovidio Villeda, crearían una composición que combinara los rasgos más representativos de las modelos presentadas. Así, Concepción Ramírez Mendoza, conocida cariñosamente como Doña Chonita, fue seleccionada para ser el rostro que adornaría la moneda de 25 centavos.
Doña Chonita nació el 8 de marzo de 1942 en el cantón Pachichaj, en Santiago Atitlán. Desde joven, su vida estuvo marcada por la lucha y la resiliencia. Creció en una comunidad que enfrentaba numerosas dificultades económicas y sociales, y su historia personal refleja las de muchas mujeres indígenas de Guatemala.
A lo largo de su vida, Doña Chonita ha sido homenajeada por diversas instituciones, y en 1997, gracias al Acuerdo Gubernativo número 791-97, fue reconocida como símbolo nacional viviente. Durante el gobierno del expresidente Álvaro Arzú, participó en la ceremonia del cambio de la Rosa de la Paz en el Palacio Nacional de la Cultura, destacando su importancia en la cultura guatemalteca.
La imagen de Doña Chonita, con sus características mayas, fue grabada en la nueva moneda, conocida popularmente como «Choca«. Este símbolo no solo representó orgullo nacional, sino que se convirtió en una parte esencial de la vida cotidiana de los guatemaltecos, facilitando transacciones en un contexto económico en evolución. A pesar de su popularidad, Doña Chonita no recibió una compensación significativa y vivió las dificultades de muchas mujeres indígenas de su tiempo.
La «Choca» sigue siendo un recordatorio del valor y la resiliencia de los pueblos indígenas, y un símbolo vivo de la rica herencia cultural de Guatemala. La historia de Doña Chonita no solo es la de una imagen en una moneda, sino la de una mujer que representa la lucha y el espíritu de su comunidad.