El domingo 12 de mayo, Guatemala se vio sorprendida por un temblor de considerable magnitud. Inicialmente reportado como un sismo de 6.5 grados, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) actualizó la información, confirmando que alcanzó los 6.7 grados en la escala de Richter.
El epicentro de esta sacudida se localizó en el Océano Pacífico, cerca de las costas de San Marcos, a las 5:39 de la mañana. Los efectos se sintieron en varias partes del país, incluyendo la Ciudad de Guatemala, Mixco, Sacatepéquez, Retalhuleu, San Marcos, Mazatenango y Escuintla.
La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) emitió recomendaciones a la población para mantener la calma y estar preparados ante estos eventos. Desafortunadamente, el temblor no solo causó alarma, sino que también desencadenó consecuencias tangibles. Tres derrumbes en la carretera de Cito Zarco fueron atribuidos al sismo, lo que requirió la intervención coordinada de las autoridades para inspeccionar y atender los incidentes.

Un detalle interesante es la rápida activación de las alarmas sísmicas. Apenas segundos después del temblor, estas alarmas, situadas estratégicamente en la 7.ª avenida que abarca varias zonas importantes, como la 1, 4, 9 y 13, se pusieron en funcionamiento. La evidencia en redes sociales muestra cómo estas alarmas jugaron un papel crucial en alertar a la población sobre el peligro inminente.
Los testimonios de aquel día revelan cómo la población fue alertada por estas alarmas, lo que posiblemente contribuyó a reducir el pánico y a promover una respuesta más ordenada ante la emergencia. Sin embargo, es importante señalar que aún persisten desafíos en la preparación y respuesta ante desastres naturales, y eventos como este sirven como recordatorio de la importancia de estar siempre alerta y bien preparados para enfrentar situaciones de este tipo.